En el año ochenta y cinco
por fin ha vuelto a llover
se ve el campo florecer
de amapolas y pajicos.
Después de tanta sequía
llega el rocio del cielo
que esperaban con anhelo
cercados y medianías.
Están las cabras parías
en medio de un hierbazal
pero algunas no han de dar
ni leche para sus crías.
¿Para qué tanta comida,
para qué tanto llover,
si no quieren ni comer
nada es perfecto en la vida
Unas mancas de una teta,
a otras hay que enterrar,
no se puede soportar
con las cabras tanta treta.
A las baifitas tan finas
tendremos que asegurar
porque no van a escapar
ni con la salvacolina
Tengo una cabra lucera
y parece “maleficiá”
y está toíta lisiá
esta cabra puñetera.
Si la llevo a la ladera
se me va quedando atrás
ya no sigue a las demás
¡qué cabra tan majadera!
Ochenta y cinco florido
pero mancas las cabritas
que no quieren dar lechita
para su dueño afligido.
Éste triste y aburrido
va perdiendo su afición
y viendo televisión
se lo pasa distraído.
Yo digo de corazón
que a cabras de amarradero
llevarlas a un matadero
que hallarás la solución
Y creo tener razón
para qué tanto luchar
cuando no se ve aumentar
se pierde hasta la ilusión.
0 Comments:
Post a Comment