Aquí irá el comentario de Clotilde Cruz Peña, al respecto de este escrito en particular de cómo se le ocurió, en qué momento, por qué razón, en fin, en plan anécdota que hace que este trabajo nos resulte más cercano al saber de antemano cuales fueron las circunstancias que la llevaron a ello.
27 de Septiembre de 1984
Este recuerdo sincero
he grabado para ti
en memoria de un torero
que en pantalla conocí.
A las siete de la tarde,
entre nubes de tormenta,
agonizaba Paquirri,
apenas sin darse cuenta.
Con su semblante sereno
hablaba con los doctores
diciendo “¡corten sin miedo,
tranquilos todos, señores!”
Al hospital más cercano
lo llevaban malherido,
todo lo que hacen es vano,
Paquirri se había ido.
Aquel toro traicionero
la vida le arrebató
porque el valiente torero
del torito se confió.
Entre el frío de la muerte
y muchísima entereza
se despedía Paquirri
de esa plaza cordobesa.
¡Qué imágenes dolorosas
los espectadores vieron!
Se graban en la memoria
de amigos y compañeros.
Un veintiséis de septiembre
se conmueve el mundo entero
cuando se da la noticia
que ha fallecido el torero.
En la plaza “Pozoblanco”
queda grabada una huella
con la sangre de un torero
que jamás volverá a ella.
Cuando su esposa llegó
le parecía increíble
que su marido haya muerto
de esa cornada terrible.
¡Despierta, mi amor, despierta!,
dice Isabel en su llanto,
¡también quisiera estar muerta,
¿Por qué nos quisimos tanto?
Paciencia, niña Isabel,
todos nos vamos un día.
La vida es como un vergel
de tristezas y alegrías.
Era el famoso Paquirri
un valeroso torero
que una tarde misteriosa
dejó su vida en el ruedo.
¡Toro asesino y malvado
el que la muerte te dio,
la afición has destrozado,
le has clavado tu pitón!
Sevilla viste de luto,
Cádiz se viste de pena,
a rendido su tributo
¡Virgen de la Macarena!
Torero de gran valor eras,
Francisco Rivera,
te recuerdan con amor
y te llora España entera.
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